Al mismo tiempo que la inteligencia artificial avanza y se convierte cada vez más en una importante oportunidad para nuestra sociedad, también trae consigo desafíos de gran envergadura que debemos comenzar a abordar hoy a través de una regulación clara al respecto.
El elemento más relevante y preocupante a nivel internacional es la ética en torno a los sistemas de IA. Es fundamental que el desarrollo y la implementación de esta tecnología se realicen considerando principios éticos y de responsabilidad. Esto implica garantizar la transparencia en los algoritmos utilizados, evitar sesgos y discriminación, proteger la privacidad de los datos personales y tomar medidas para prevenir posibles consecuencias no deseadas o dañinas.
Dentro de las urgencias y principales riesgos asociados al uso de inteligencia artificial, tenemos la utilización de datos personales para entrenar los sistemas. En muchas ocasiones las personas entregan su información sin tener conocimiento del tratamiento que se le dará por parte de las empresas. Por ello, es relevante que avancemos en la regulación y concientización de la autodeterminación informativa para que los titulares puedan tomar decisiones informadas en estos casos.
En Chile actualmente contamos con una Política Nacional de Inteligencia Artificial publicada por el Ministerio de Ciencia, Conocimiento, Tecnología e Innovación, que contiene los lineamientos estratégicos que debe seguir el país en esta materia durante los próximos años. Es una hoja de ruta que hoy se encuentra en su plan de acción, es decir, está siendo actualizada con aquellas acciones propuestas, confirmadas, en ejecución y terminadas. Además, contamos con otros proyectos de ley o normativa que podría ser aplicable para estos casos, por ejemplo, la Ley de Protección al Consumidor establece obligaciones a los proveedores.
Recientemente fue ingresado también al Congreso un proyecto de ley que busca regular la aplicación de la inteligencia artificial. Se estaría tomando como base el de Europa. Este es, sin duda, un primer avance para fomentar el desarrollo supervisado de estas tecnologías, lo que nos permitiría anticipar y mitigar riesgos. Sin embargo, esta iniciativa tiene algunas deficiencias. En la experiencia comparada preocupa especialmente los obstáculos que se presentan cuando la regulación en concreto no se condice con la capacidad práctica de los distintos actores y mercados locales, actuando en desmedro de las compañías emergentes.
Así, por ejemplo, resulta complejo calificar como viable que los desarrollos de sistemas de IA queden supeditados a la aprobación de una autoridad cuya experiencia puede alejarse de los niveles técnicos necesarios para este tipo de tecnologías, al no exigir el cumplimiento de requisitos técnicos para el nombramiento de los miembros de la Comisión que estará encargada de la regulación del uso de la IA.
Además, en Chile todavía no tenemos una sólida implementación o experiencia práctica en aspectos tan relevantes como la protección de datos personales. Por lo tanto, podría ser contraproducente que avancemos hoy con este tipo de normativas, sin tener las bases necesarias para implementar adecuadamente el nuevo marco jurídico.
En este sentido, es fundamental que hoy finalicemos la tramitación de proyectos que aún están en proceso legislativo para comenzar lo antes posible su implementación gradual, lo que fortalecerá la conciencia y el entendimiento en estos temas.
