La inversión tecnológica en Chile entra en una nueva fase. Según Francisco Guzmán, presidente de ACTI, las empresas proyectan un 2026 marcado por el crecimiento del gasto en TI, impulsado por la inteligencia artificial, la ciberseguridad y la modernización digital. Un escenario de optimismo prudente, pero con señales claras de que la transformación digital sigue siendo el motor de la competitividad nacional.
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¿Qué señales están observando en el mercado respecto de la inversión TI para 2026?
Estamos observando un panorama de cauto optimismo en las inversiones tecnológicas de cara a 2026. A nivel global, el gasto en TI sigue creciendo a buen ritmo – Gartner proyecta que en 2025 alcanzará los $5,43 billones (crecimiento de 7,9% respecto a 2024), y esa tendencia positiva se extiende hacia 2026. En Latinoamérica el dinamismo es incluso mayor: el gasto regional en TI creció alrededor de un 11% en 2024, superando a mercados maduros como EE.UU. Vemos que muchas empresas están recuperando o aumentando sus presupuestos de TI tras la incertidumbre reciente. Un estudio regional indica que 64% de las organizaciones planean incrementar su inversión en TI hacia 2025, frente a solo un 7% que prevé recortes, señal clara de confianza en la tecnología como motor estratégico para el próximo año. Esto sugiere que 2026 arrancaría con una base de inversión fortalecida.
Las señales específicas del mercado apuntan a una priorización de proyectos clave que impulsan este crecimiento. En particular, iniciativas ligadas a inteligencia artificial (IA) –sobre todo IA generativa– y a la modernización digital están acelerando el gasto pese a las cautelas macroeconómicas. Vemos un repunte moderado pero sostenido: por ejemplo, en Europa se estima un aumento cercano al 3% en presupuestos TI 2026 tras la desaceleración de 2025, lo cual coincide con la perspectiva local de consolidar proyectos postergados.
¿Las empresas están proyectando aumentar, mantener o reducir sus presupuestos TI el próximo año?
En general, predomina la intención de aumentar los presupuestos tecnológicos en 2025 y 2026. La mayoría de las organizaciones –especialmente las medianas y grandes– planea elevar sus inversiones en TI, aunque sea de forma selectiva. Un sondeo reciente a 100 ejecutivos de TI en Latinoamérica reveló que 64% de las empresas proyecta incrementar su gasto en tecnología en 2025, mientras que 19% planea mantenerlo y solo un 7% espera reducirlo. Esto indica que el sentimiento mayoritario es expansivo: más de dos tercios de las compañías siguen apostando por la tecnología como palanca de crecimiento digital, incluso tras años complejos.

En Chile vemos un patrón similar. Varias encuestas locales muestran a las empresas chilenas reacelerando proyectos digitales y separando presupuestos tecnológicos para nuevas iniciativas en 2026, tras haber ajustado el ritmo en 2023-24. Este aumento no siempre significa grandes saltos porcentuales, sino crecimientos moderados pero constantes. En resumen, hay una comprensión transversal en los directorios de que recortar en tecnología podría comprometer la competitividad.
En sectores específicos y empresas de distinto tamaño vemos matices. Grandes corporaciones (banca, retail, telecomunicaciones, minería) muestran mayor intención de incrementar fuertemente sus presupuestos digitales. En pymes y empresas más conservadoras, la inclinación puede ser a aumentos más modestos o a mantener el nivel de gasto, enfocándose en mejorar lo existente. Aun así, incluso entre pymes chilenas la necesidad de digitalizarse es ineludible: un 98% de las pymes locales declaró que invertirá en digitalización durante 2024, lo que implica que en 2025-2026 continuarán ese esfuerzo.
¿Qué factores económicos están influyendo más en las decisiones de inversión TI para 2026?
Diversos factores macroeconómicos y de negocio están incidiendo en cómo las empresas chilenas planifican sus presupuestos TI para 2026. La inflación ha sido uno de los elementos clave: el alza de costos impacta especialmente en la adquisición de hardware y dispositivos, encareciendo proyectos de infraestructura tecnológica. De hecho, analistas de IDC señalan que la única categoría de TI donde la economía adversa está frenando el gasto es en dispositivos (PC, smartphones, impresoras) precisamente “debido a la inflación” que erosiona el poder de compra.
En Chile hemos visto cómo la inflación (que si bien se ha moderado a ~5%, tras picos de dos dígitos) obliga a las empresas a negociar mejores precios y priorizar inversiones con ROI claro. Relacionado a esto, el tipo de cambio también pesa: un dólar más alto encarece licencias y equipos importados, lo que lleva a algunos CIO a ajustar plazos o buscar alternativas locales/cloud para mitigar ese efecto.
Otra consideración importante es la presión por la eficiencia de costos y la productividad digital. En un contexto de márgenes ajustados, los directorios buscan que cada proyecto tecnológico ayude a ahorrar costos operativos o aumentar la productividad. Esto se refleja en la percepción sobre la inteligencia artificial en Chile: 79% de los ejecutivos la ven ante todo como una herramienta para reducir costos antes que como generadora de nuevos ingresos.

La presión de costos actúa entonces como filtro: proyectos que prometen eficiencias rápidas tienden a pasar la prueba; en cambio, iniciativas puramente experimentales o de beneficio a largo plazo enfrentan más escrutinio. Aun así, las empresas no quieren recortar demasiado – como apunta Gartner, no estamos viendo cancelación masiva de presupuestos sino más bien “pausas estratégicas” en ciertos gastos de hardware e infraestructura, retrasando algunas inversiones nuevas sin recortar lo esencial.
La competencia digital y el contexto de mercado son quizás el motor más determinante. Las empresas saben que quedarse atrás tecnológicamente implica perder competitividad. Un reciente estudio mostró que 64% de los altos directivos ven la competitividad como la razón clave para invertir en tecnología. Esto es palpable en sectores como banca o retail en Chile: la rápida adopción digital de algunos actores fuerza a que los demás inviertan para no perder participación de mercado.
Además, factores como la “hipercompetencia” post-pandemia, empujan a priorizar la innovación. Otros factores económicos incluyen el costo del capital y la disponibilidad de talento. Sobre este último, la escasez de profesionales TI se ha vuelto crítica en la región, lo cual influye en decisiones de inversión en capacitación o en contratar servicios externos.
¿Está pesando más la eficiencia operacional o la innovación en la priorización presupuestaria?
En las conversaciones con CIOs y gerentes, notamos que en 2025-2026 la eficiencia operacional ha tomado una leve ventaja sobre la innovación pura en la priorización de los presupuestos. Hay una marcada orientación a proyectos que mejoren la rentabilidad y productividad del negocio. De hecho, según una encuesta global de Evanta, aumentar la eficiencia operativa y la productividad es la prioridad número uno tanto para los CIO como para todo el C-suite actualmente.
Ahora bien, esto no significa que la innovación esté ausente, simplemente, se está evaluando con más rigor. En Chile, observamos que casi el 80% de los líderes ve la IA principalmente como herramienta de eficiencia (reducción de costos) más que como fuente de nuevos ingresos por ahora. Esto confirma que la motivación de corto plazo es eficiencia, aun cuando la innovación tecnológica sea el medio.
Desde el gremio, creemos que la clave para 2026 es lograr que cada peso en innovación aporte también eficiencia, y viceversa, evitando verlas como opuestas sino como complementos en la estrategia digital.
¿En qué tecnologías o proyectos se están concentrando las inversiones?
Las empresas están canalizando sus inversiones TI hacia un conjunto bien definido de tecnologías estratégicas. Ciberseguridad encabeza la lista de prioridades: la creciente ola de amenazas digitales ha hecho que prácticamente todos los sectores refuercen su gasto en seguridad tecnológica. Un 77% de los CIO a nivel mundial planea aumentar la inversión en ciberseguridad, y en Chile vemos la misma tendencia. Sectores como la banca, telecomunicaciones y gobierno están destinando presupuestos importantes a protección de datos, seguridad en la nube, respuesta a incidentes y capacitación en ciberseguridad. Incluso en las pymes, que antes rezagaban este tema, ha crecido el interés – más del 30% de las pymes chilenas sufrieron un ciberataque en el último año, y alrededor del 50% están evaluando soluciones de seguridad digital a corto plazo.
La Inteligencia Artificial (IA) –especialmente la IA generativa– es el otro gran imán de inversión. Durante 2023-2024 hubo un boom de interés por IA generativa, y en 2025 eso se está traduciendo en proyectos concretos. Según un estudio regional, 86% de las empresas latinoamericanas ya está explorando o implementando IA generativa de alguna forma. En el mismo reporte, Chile destaca en este ámbito: más del 50% de las empresas chilenas ya invierte parte de su presupuesto tecnológico en IA, típicamente entre un 1% y 10%, y muchas planean elevar esa proporción al 15-30% en 2025.
Las organizaciones invierten en proyectos de Big Data, ciencia de datos y analítica predictiva para tomar decisiones informadas. De hecho, áreas como el análisis avanzado y visualización de datos son de las más demandadas en consultoría TI local. También vemos IA aplicada a eficiencia: machine learning para mantenimiento predictivo en industrias, algoritmos para optimizar cadenas logísticas, etc.
Junto a seguridad y IA, gran parte del presupuesto se está yendo a Nube e infraestructura modernizada. La migración a la nube continúa a toda marcha: casi todas las empresas de la región (98%) ya iniciaron su camino a la nube, y el modelo híbrido (combinar nube pública/privada) predomina con 66% de adopción.
Relacionado a esto, está la modernización de sistemas legados: muchas empresas asignan presupuesto para actualizar sus sistemas core (ERP, CRM, banca core, etc.), migrándolos a plataformas modernas o nube, y para integrar automatización (RPA, flujo de trabajo digital) en procesos antes manuales.
La automatización robótica de procesos (RPA) y las soluciones de workflow inteligentes siguen ganando terreno, ya que liberan tiempo humano y reducen errores. Finalmente, otras áreas foco incluyen IoT (Internet de las Cosas) – muy relevante en sectores como minería (sensores en equipos, camiones autónomos) y utilities (smart grids) – y proyectos de experiencia digital (por ejemplo, comercio electrónico avanzado, omnicanalidad en retail, aplicaciones móviles para clientes).
¿Está pesando más la eficiencia operacional o la innovación en la priorización presupuestaria?
En las conversaciones con CIOs y gerentes de tecnología, notamos que en 2025-2026 la eficiencia operacional ha tomado una leve ventaja sobre la innovación digital en la priorización de los presupuestos TI. Hay una marcada orientación a proyectos tecnológicos que mejoren la rentabilidad y productividad del negocio. De hecho, según una encuesta global de Evanta, aumentar la eficiencia operativa y la productividad digital es la prioridad número uno tanto para los CIO como para todo el C-suite actualmente.
Ahora bien, esto no significa que la innovación tecnológica esté ausente, simplemente, se está evaluando con más rigor. En Chile, observamos que casi el 80% de los líderes TI ve la inteligencia artificial principalmente como una herramienta de eficiencia (reducción de costos) más que como fuente de nuevos ingresos por ahora. Esto confirma que la motivación de corto plazo es eficiencia, aun cuando la innovación tecnológica sea el medio.
Desde el gremio, creemos que la clave para 2026 es lograr que cada peso en innovación aporte también eficiencia, y viceversa, evitando verlas como opuestas sino como complementos estratégicos en la transformación digital.
¿En qué tecnologías o proyectos se están concentrando las inversiones?
Las empresas están canalizando sus inversiones TI hacia un conjunto bien definido de tecnologías estratégicas. Ciberseguridad, Inteligencia Artificial (IA), nube híbrida, automatización y análisis de datos encabezan la lista de prioridades.
La ciberseguridad se ha convertido en un eje transversal. La creciente ola de amenazas digitales ha hecho que prácticamente todos los sectores refuercen su inversión en seguridad tecnológica. Un 77% de los CIO a nivel mundial planea aumentar la inversión en ciberseguridad, y en Chile vemos la misma tendencia: sectores como la banca, telecomunicaciones, energía y gobierno están destinando presupuestos relevantes a protección de datos, seguridad en la nube, respuesta a incidentes y capacitación en ciberseguridad.
La Inteligencia Artificial generativa es el otro gran imán de inversión. Durante 2023-2024 hubo un boom de interés por IA generativa, y en 2025 eso se traduce en proyectos concretos. Según un estudio regional, 86% de las empresas latinoamericanas ya está explorando o implementando IA generativa de alguna forma. En el mismo reporte, Chile destaca: más del 50% de las empresas chilenas ya invierte parte de su presupuesto tecnológico en IA, y muchas planean elevar esa proporción entre un 15% y 30% del presupuesto en 2025-2026.
Junto a seguridad e IA, gran parte del presupuesto se está destinando a nube e infraestructura modernizada. La migración a la nube continúa a toda marcha: casi todas las empresas de la región (98%) ya iniciaron su camino a la nube, y el modelo híbrido (combinar nube pública y privada) predomina con 66% de adopción.
Además, muchas organizaciones están invirtiendo en modernización de sistemas core (ERP, CRM, banca core, etc.), integrando automatización inteligente (RPA) y flujos digitales para aumentar eficiencia y resiliencia. La automatización robótica de procesos y los workflows inteligentes siguen ganando terreno, al liberar tiempo humano y reducir errores.
¿Están destinando las empresas más presupuesto a capacitación y reconversión digital?
Sí, definitivamente hemos visto un aumento en la inversión en capacitación tecnológica y desarrollo de talento digital dentro de las empresas chilenas, impulsado por la escasez de habilidades TI disponibles en el mercado. Muchas organizaciones están destinando más recursos a programas de formación, certificaciones y cursos especializados para su personal. Un dato: más del 60% de las empresas latinoamericanas encuestadas está reforzando la capacitación interna en habilidades digitales como respuesta a los desafíos de la IA
En Chile, vemos iniciativas de upskilling en banca, retail y telecom, donde entrenan a sus colaboradores en ciencia de datos, gestión de nube o ciberseguridad. El objetivo es reconvertir roles tradicionales hacia funciones tecnológicas, ya que es más eficiente formar a alguien del negocio en nuevas herramientas que competir por talento escaso y caro.
Y no es solo capacitación técnica: también en metodologías ágiles, gestión del cambio y competencias necesarias para la transformación digital. Este énfasis responde a un obstáculo claro: 46% de las empresas chilenas reconoce dificultad para encontrar trabajadores con competencias digitales suficientes.
¿Qué pasa con la contratación de nuevos perfiles tecnológicos?
En cuanto a la contratación de nuevos perfiles tecnológicos, las empresas siguen buscando incorporar talento, pero de forma muy focalizada y estratégica. Perfiles como científicos de datos, ingenieros de IA, expertos en ciberseguridad, desarrolladores cloud, arquitectos de soluciones están entre los más demandados. La inversión en contratar existe – las compañías saben que ciertos conocimientos no se adquieren de la noche a la mañana internamente, así que fichar expertos externos es a veces necesario. Sin embargo, la disponibilidad es limitada: a nivel global, 76% de las empresas de TI tienen problemas para cubrir puestos clave.
En Chile, aunque formamos buenos profesionales TI, la demanda supera a la oferta, y además competimos con mercados internacionales (vía trabajo remoto muchos talentos locales son contratados desde el extranjero). Ante esto, muchas empresas optan por estrategias mixtas: contratan consultoras o servicios externos para suplir conocimientos (un 52% recurre a consultores o proveedores especializados para llenar vacíos de habilidades) mientras continúan reclutando selectivamente.
¿Habrá más inversión o contención en este frente?
Tendencialmente, más inversión tecnológica, pero inteligente. Las empresas líderes están aumentando sus presupuestos de capacitación y talento digital porque lo ven como parte esencial de la transformación digital sostenible. En cifras regionales, se prevé un déficit de 2,5 millones de profesionales TI para 2026 en Latinoamérica – una brecha enorme que solo se cierra invirtiendo en personas y tecnología.
¿Qué sectores están liderando la inversión TI en Chile?
En Chile, sectores como banca y servicios financieros, retail y minería lideran la inversión tecnológica y continúan marcando el ritmo. La banca invierte agresivamente en transformación digital: banca móvil, modernización de sistemas core, ciberseguridad e inteligencia artificial (por ejemplo, asistentes virtuales o análisis de riesgo con machine learning).
La minería chilena, aunque tradicional, está a la vanguardia global en automatización industrial y análisis de datos, invirtiendo en vehículos autónomos, IoT de sensores para monitoreo en tiempo real, gemelos digitales y centros de control remoto.
También destacan telecomunicaciones (por la expansión de 5G, fibra óptica y servicios cloud) y energía (smart grids, medición inteligente, sistemas SCADA modernizados). El sector público también avanza con proyectos de digitalización del Estado, firma electrónica y trámites en línea.
Manufactura y energía (utilities) están en transformación: la manufactura local avanza hacia industria 4.0 (automatización, robótica, mantenimiento predictivo), y las empresas de energía y utilities invierten en smart grids, medición inteligente, sistemas SCADA modernizados y también ciberseguridad para proteger infraestructuras críticas. A nivel regional, IDC destacó como sectores líderes en gasto digital a finanzas, retail, manufactura, salud y energía, alineado con lo que vemos en Chile.
Gobierno es un caso aparte: en Chile el Estado ha impulsado importantes proyectos de digitalización (Gobierno Digital, trámites en línea, firma electrónica, etc.), por lo que sectores públicos como servicios de impuestos, registro civil, salud digital del Minsal, etc., sí están invirtiendo significativamente en TI. No obstante, los ciclos presupuestarios públicos y la burocracia pueden hacer que el Ritmo sea más lento comparado con el sector privado líder.
En cuanto a sectores rezagados, tradicionalmente las pymes y algunas industrias menos expuestas a la competencia internacional tienden a invertir menos en tecnología. Sin embargo, esto está cambiando: por ejemplo, 98% de las pymes chilenas declaró intención de invertir en digitalización durante 2024, lo que indica que hasta los rezagados están viendo la necesidad.
Otro segmento que puede quedar atrás son aquellas industrias con márgenes muy ajustados o poco capital para invertir; piénsese en algunos subsectores de manufactura tradicional o empresas de transporte más pequeñas, que quizás no logran costear modernizaciones grandes.
También existe una brecha de madurez digital dentro de cada industria: incluso en banca o retail hay players más avanzados y otros más rezagados. Un estudio global clasificó a las empresas en grupos según su madurez digital, encontrando que alrededor de un 20% pueden considerarse rezagadas (poco desarrollo tecnológico, resistencia al cambio) y otro 16% “seguidores lentos”.
Estas organizaciones típicamente no han invertido suficiente ya sea por cultura corporativa conservadora o por no haber percibido el retorno. Las razones del rezago suelen ser: falta de visión digital en la alta dirección, limitaciones presupuestarias, escasez de talento interno, o a veces operar en nichos de mercado donde la competencia digital aún no las presiona. El riesgo para ellas es significativo: si no aceleran su inversión TI, podrían quedar fuera del mercado en unos años.
¿Cuál es el riesgo para la competitividad de Chile si la inversión TI se estanca o disminuye?
Si la inversión TI en Chile durante 2026 se estanca o disminuye, el riesgo para la competitividad nacional es enorme. Nuestra economía perdería dinamismo justo cuando la transformación digital es motor del crecimiento.
Pensemos que la tecnología impulsa productividad: según un estudio de CEPAL, la baja inversión en nuevas tecnologías (como IA) está limitando el impacto positivo en el crecimiento económico y la productividad laboral en Latinoamérica. El mismo informe asegura que Chile ha sido líder regional en adopción digital – de hecho, somos referentes en infraestructura y uso de IA, estando por encima de países más grandes en gasto de IA relativo – pero ese liderazgo puede desvanecerse si quitamos el pie del acelerador.
En términos concretos, empresas chilenas menos digitalizadas serían menos ágiles, ofrecerían productos y servicios de menor valor agregado y les costaría competir en costos y calidad con rivales internacionales que sí abrazan la tecnología. Sería, metafóricamente, jugar un partido de fútbol con 2 jugadores menos en cancha: podríamos mantenernos un tiempo, pero eventualmente la desventaja tecnológica se nota.
Además, un estancamiento en la inversión TI afectaría la capacidad de Chile para atraer inversión extranjera y desarrollar nuevos sectores tecnológicos. Si Chile deja de invertir en tecnología, arriesgamos quedar fuera del radar de esas inversiones digitales y ver cómo países vecinos toman la delantera en industrias emergentes (IA, fintech, manufactura avanzada, etc.).
También habría un costo social: menos inversión en tecnología puede significar menos creación de empleos de calidad en el sector digital, y menos herramientas digitales para mejorar la calidad de vida de las personas (piénsese en salud digital, educación en línea, smart cities).
En suma, la competitividad-país sufriría: nuestras exportaciones podrían perder valor competitivo, nuestra industria financiera perdería liderazgo regional, y a nivel de productividad total nos costaría cerrar la brecha con economías desarrolladas. La historia económica muestra que los países y empresas que invierten en tecnología salen adelante más rápido de las crisis y crecen más; los que no, quedan rezagados digitalmente.
Mi mensaje a los directorios y gerentes generales que dudan en invertir en tecnología para 2026 es contundente: invertir en tecnología ya no es opcional, es estratégico para sobrevivir y prosperar. Les diría que vean la tecnología no como un gasto, sino como una inversión en la competitividad futura de su organización.
Un reciente sondeo de Gartner a altos ejecutivos reveló que 64% identifica la competitividad como la razón principal para invertir en TI – es decir, sus pares a nivel global están invirtiendo en tecnología porque saben que quien se queda rezagado tecnológicamente perderá terreno. También reveló que el 62% de esos ejecutivos cree que la IA será el principal factor de competencia tecnológica en los próximos 10 años. Si dudan en invertir ahora, pregúntense: ¿Dónde quiero que esté mi empresa tecnológica en cinco años?
En definitiva, les diría: no tengan miedo de invertir en tecnología, ténganle miedo a quedarse atrás por no hacerlo. Chile, como país, necesita que nuestras empresas den ese paso adelante para seguir siendo relevantes en la economía digital global.
Como presidente de ACTI, he visto casos de éxito de empresas chilenas que, gracias a invertir en transformación digital, han escalado posiciones regionales. Queremos más de esos casos. Mi mensaje final: directores, gerentes, 2026 es el año para consolidar la ventaja digital – inviertan con visión de futuro, formen a sus equipos, atrévanse con la innovación tecnológica. La tecnología bien implementada paga con creces: en eficiencia, en satisfacción de clientes, y en crecimiento sostenible. Chile no puede quedarse rezagado digitalmente, y cada empresa tiene un rol en ese esfuerzo país de seguir avanzando tecnológicamente. Por eso, para competir mañana debemos actuar hoy.







