Desde la llegada de herramientas de Inteligencia Artificial (IA) como GitHub Copilot o Claude, el desarrollo de software está experimentando una revolución silenciosa. Esta tecnología ha dejado de ser una promesa futurista para convertirse en una asistente activa que sugiere código, automatiza pruebas, documenta funciones y hasta refactoriza arquitecturas completas. Pero, ¿estamos ante una mejora incremental o frente a una disrupción profunda del ciclo de desarrollo?

Según el estudio Technology Vision 2025 de Accenture, el 95% de los ejecutivos globales cree que la IA transformará radicalmente sus industrias. Y el desarrollo de software no es la excepción. “Estamos viviendo una disrupción profunda. La IA generativa está redefiniendo la forma en que construimos software”, afirma Francisco Rojas, Director Ejecutivo de Data & AI de Accenture Chile. Herramientas como los copilotos de código permiten que las máquinas no solo sugieran fragmentos, sino que construyan funciones completas, realicen pruebas y corrijan errores en tiempo real.
Para José Ignacio Verdugo, CEO en APSIDE y Director en MITI, el impacto de la IA se nota especialmente en la generación de pruebas de concepto (POCs): “La IA puede generar programas complejos en segundos, con pocos errores, como lo hemos comprobado empíricamente”.
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Asistencia, no reemplazo

A pesar de los avances, la Inteligencia Artificial en el desarrollo de software sigue siendo complementaria. Automatiza tareas repetitivas, pero las decisiones de arquitectura, diseño funcional y resolución de problemas complejos siguen siendo humanas. “La IA no elimina al desarrollador, pero redefine su rol hacia la supervisión y orquestación de sistemas”, apunta Rojas.
Herramientas como GitHub Copilot, Amazon CodeWhisperer, Tabnine o Sourcegraph Cody ya son copilotos habituales. Pueden sugerir código, generar pruebas unitarias, documentar y detectar errores. Su uso ha demostrado acelerar el desarrollo, mejorar la calidad del código y democratizar el acceso a conocimiento experto.
Según Verdugo, “estas herramientas reducen errores, acortan la curva de aprendizaje y permiten a los equipos enfocarse en la lógica de negocio”. Rojas añade que también habilitan el desarrollo de aplicaciones por parte de perfiles no técnicos mediante lenguaje natural.
Una nueva cultura en equipos de TI
La Inteligencia Artificial está empujando un cambio cultural en los equipos de desarrollo de software. Surgen nuevas competencias como el “prompt engineering”, y roles como el “AI-assisted developer”. La colaboración entre humanos y máquinas inteligentes también transforma la dinámica interna: el “pair programming” se convierte en “pair-AI programming”, donde la IA asiste en tiempo real, permitiendo a los desarrolladores centrarse en tareas de alto nivel.
“La colaboración se vuelve más fluida, horizontal y veloz. La IA ayuda a reducir fricciones técnicas y acelerar la validación de ideas”, señala Rojas. Además, sugiere que se fortalece la cultura de revisión y calidad, y que la IA actúa como puente entre desarrollo y operaciones (DevOps).

Los límites de la IA
Sin embargo, la IA aún enfrenta límites. No puede reemplazar el juicio contextual humano ni entender cabalmente requerimientos difusos. Falla al mantener coherencia en proyectos complejos y necesita supervisión para asegurar trazabilidad y responsabilidad, especialmente en sectores regulados.
“La IA automatiza patrones, pero el pensamiento abstracto, la empatía con el usuario final y el diseño estratégico siguen siendo humanos”, dice Verdugo. Además, la decisión sobre qué tecnología usar, cuándo integrarla o si construir desde cero requiere juicio que la IA aún no replica.
¿Reemplazo o transformación?
A corto y mediano plazo, la IA no reemplazará a los desarrolladores, pero sí transformará profundamente su rol. “La IA será su copiloto, no su reemplazo”, afirma Rojas. En lugar de escribir líneas de código, los desarrolladores del futuro orquestarán soluciones, validarán ideas generadas por IA y asegurarán que el software cumpla su propósito.
“Aunque la IA amenaza tareas mecánicas, los desarrolladores que la adopten como extensión de su capacidad seguirán siendo indispensables: la máquina automatiza lo repetitivo y el humano aporta criterio, diseño y responsabilidad. Además, aún queda un amplio espacio para innovar con los LLM actuales, el futuro del software irá mucho más allá de un simple chat, y como recuerda Yuval Noah Harari en Sapiens, la historia demuestra que cada intento de trabajar menos suele generar nuevas tareas, no prescindir de las personas”, acota Verdugo.
Más que hablar del fin del desarrollador, estamos presenciando el nacimiento de una nueva era en la ingeniería de software, donde las máquinas escriben, pero los humanos siguen diseñando el futuro. En este nuevo escenario, el valor de los equipos de TI no radica solo en su capacidad técnica, sino en su visión estratégica, su criterio ético y su sensibilidad para entender el impacto humano del software.
La colaboración entre personas e inteligencia artificial no es el final del desarrollo tradicional, sino el comienzo de una práctica más inteligente, inclusiva y eficaz. Quienes abracen esta transformación no solo serán más productivos: estarán en la vanguardia de una industria que se reinventa a sí misma con cada línea de código generada.