La ciberseguridad, lejos de ser un campo abstracto, es una realidad para cualquier organización en el panorama digital actual. Un axioma resuena con fuerza entre los expertos: “Solo existen dos tipos de compañías en el mundo: aquellas que han sido víctimas de un ciberataque y lo saben, y aquellas que lo han sido y aún lo ignoran”. Esta afirmación, lejos de ser alarmista, describe con precisión las amenazas a las que hoy nos enfrentamos en un ecosistema cada vez más interconectado. La probabilidad de experimentar un incidente de ciberseguridad es elevada y sus consecuencias pueden ser catastróficas, paralizando operaciones críticas y erosionando la confianza de clientes y stakeholders.

En Chile, la entrada en vigor de la Ley Marco de Ciberseguridad y las directrices de la Agencia Nacional de Ciberseguridad (ANCI) marcan un hito en la gestión de riesgos digitales. Las instituciones públicas y privadas que prestan servicios esenciales, así como los operadores de importancia vital, se encuentran ahora bajo la obligación de reportar al CSIRT Nacional, desde el pasado 1° de marzo, cualquier ciberataque o incidente de ciberseguridad con un impacto significativo.
Sin embargo, esta exigencia normativa plantea una interrogante fundamental: ¿Están realmente preparadas las organizaciones para cumplir con este mandato de reporte? La capacidad de informar eficazmente sobre un incidente de ciberseguridad depende intrínsecamente de la existencia de un sistema robusto para su detección temprana, de un Plan de Respuesta a Incidentes de Ciberseguridad (PRIC) y de un modelo de respuesta estructurado. Sin estos pilares, la obligación de reportar se convierte en un ejercicio vacío.
Por ello, además de notificar incidentes y ciberataques, es imperativo diseñar e implementar un PRIC. Esta inversión estratégica mitiga el riesgo, minimiza el impacto en la continuidad del negocio y aporta resiliencia cibernética.
Cómo diseñar un plan de respuesta a incidentes de ciberseguridad
Numerosas organizaciones recurren a estándares de seguridad reconocidos internacionalmente para fundamentar el diseño de su plan de respuesta ante incidentes de ciberseguridad. Marcos de trabajo como SANS (SysAdmin Audit Network Security) o NIST (National Institute of Standards and Technology) ofrecen guías y mejores prácticas que pueden orientar el enfoque y la estructura del PRIC (Plan de Respuesta a Incidentes de Ciberseguridad). No obstante, independientemente de la decisión de adoptar o no un framework específico, existen pasos fundamentales que toda organización debería considerar al iniciar este proceso:
- Identificación de los activos críticos y sus vulnerabilidades: consiste en realizar un inventario exhaustivo de los activos críticos más valiosos de la compañía, aquellos datos y procesos cuya interrupción o compromiso tendría un impacto significativo en la operación. Una vez identificados, es crucial analizar su susceptibilidad a ser atacados, evaluando las posibles vulnerabilidades y las amenazas potenciales que podrían explotarlas. Este ejercicio de priorización permite enfocar los esfuerzos de protección y respuesta en los elementos más críticos para la continuidad del negocio.
- Implementación de sistemas de monitoreo robustos e inteligentes: contar con sistemas de monitoreo que vayan más allá de la simple recepción de alertas es esencial. Se requiere la implementación de soluciones capaces de correlacionar eventos diversos, automatizar respuestas a incidentes de baja complejidad y activar casos de uso predefinidos para depurar la calidad de la información y distinguir eficazmente las alertas genuinas de los incidentes reales. En este contexto, los Centros de Operaciones de Seguridad (SOC) emergen como un componente esencial, proporcionando una visión centralizada y experta para la detección, el análisis y la respuesta a las amenazas.
- Clasificación detallada de la tipología de los incidentes: considerando la normativa recientemente emitida por la ANCI, con su taxonomía de incidentes —incluyendo la categorización por gravedad e impacto y el establecimiento de niveles de respuesta—. Es crucial comprender que las estrategias y los planes de respuesta deben ajustarse a cada una de las tipologías de incidentes que podrían potencialmente afectar a la organización, permitiendo una respuesta más precisa y efectiva.
- Definición clara del Equipo de Respuesta ante Incidentes (CSIRT): la respuesta a un incidente de ciberseguridad requiere la participación coordinada de un equipo multidisciplinario. Este CSIRT no se limita a los profesionales técnicos encargados de la eliminación de la amenaza, sino que debe incluir a quienes toman decisiones legales, gestionan la comunicación interna y externa, recursos humanos y la dirección estratégica. La definición clara de roles y responsabilidades dentro del CSIRT es fundamental para garantizar una respuesta ágil y eficiente.
- Desarrollo de procedimientos de respuesta específicos: un PRIC robusto debe detallar procedimientos de respuesta con acciones concretas para cada una de las fases críticas: contención, erradicación y recuperación. La contención implica aislar los sistemas afectados para evitar la propagación de la amenaza y minimizar el daño. La erradicación se centra en la eliminación de esta y la remediación de las vulnerabilidades explotadas. La recuperación abarca la restauración de datos y sistemas a su estado operativo normal, la reconfiguración de la infraestructura y la implementación de controles de seguridad reforzados para prevenir futuros incidentes. Adicionalmente, estos procedimientos deben integrar una fase de análisis forense, crucial para la recopilación y preservación de la evidencia digital.
- Diseño de protocolos y canales de comunicación eficaces: la gestión de la comunicación durante un incidente de ciberseguridad es tan importante como la respuesta técnica. El estrés generado en la organización requiere la existencia de protocolos de comunicación predefinidos para garantizar que la información fluya de manera rápida y precisa. Es fundamental anticipar diferentes escenarios y determinar en qué circunstancias es necesario informar al equipo ejecutivo, a la organización en su conjunto, a los clientes, a los medios de comunicación y a otras partes interesadas.
- Realización de simulaciones y mejora continua: la efectividad de un PRIC solo puede validarse a través de la práctica. La realización periódica de simulaciones de incidentes, con escenarios que aumenten progresivamente en complejidad y realismo, permite al equipo de respuesta ejercitar sus habilidades, identificar debilidades en el plan y detectar áreas de mejora. Estos ejercicios son la mejor inversión para fortalecer la resiliencia de la organización ante las amenazas cibernéticas.
En última instancia, un incidente bien documentado y notificado no solo facilita el cumplimiento normativo, sino que también proporciona información valiosa para comprender el origen de un ataque, evaluar la respuesta y fortalecer las defensas futuras. La preparación no es solo una obligación, sino la clave para navegar con éxito la inevitable realidad de las amenazas cibernéticas.