En esta entrevista, Luis Cruz Campos, Presidente de MITI – Asociación por una Mejor Industria TI, analiza cómo la inteligencia artificial está redefiniendo el liderazgo empresarial en Chile. En el marco del nuevo ciclo de charlas “IA y la transformación de las empresas”, destaca los desafíos estratégicos, éticos y de talento que enfrentarán las organizaciones para aprovechar el potencial de esta tecnología.

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¿Cuál es la motivación detrás del Ciclo de IA que está organizando MITI Chile?
Desde MITI, observamos que muchas empresas nacionales están interesadas en incorporar inteligencia artificial, pero enfrentan desafíos concretos al momento de tomar decisiones estratégicas sobre su adopción. La motivación principal detrás del ciclo es acercar la conversación sobre IA a los líderes de negocio, más allá de lo técnico, y poner sobre la mesa los aprendizajes de empresas que ya están aplicando estas tecnologías de forma real y concreta.
El ciclo busca responder a preguntas clave que hoy se hacen muchas organizaciones:
● ¿Dónde está el verdadero valor de negocio en la IA?
● ¿Estamos preparados como empresa para comenzar?
● ¿Qué desafíos trae la IA en lo humano, lo legal y lo estratégico?
Con este objetivo, diseñamos un programa de seis sesiones que combinan visión estratégica, experiencias locales exitosas y reflexión crítica sobre los límites éticos, regulatorios y organizacionales. Cada sesión está pensada para que los asistentes se lleven aprendizajes aplicables y una mejor capacidad para liderar procesos de transformación digital desde sus roles.
En Inteligencia Artificial, ¿cómo describiría el nivel de madurez de las empresas chilenas?
Diversos estudios muestran que Chile ha avanzado de manera significativa en la adopción de inteligencia artificial en comparación con otros países de la región, especialmente en el ámbito de las grandes corporaciones. Muchas de ellas ya cuentan con políticas de gestión y almacenamiento de datos, así como con iniciativas de IA en sectores clave como la banca, las telecomunicaciones y la salud.
La irrupción de la IA generativa ha transformado el panorama. Si bien su uso se ha masificado a nivel individual, aún no se observa que las organizaciones chilenas lo integren bajo una política empresarial clara ni que adopten un enfoque AI-first.
Hoy son principalmente las grandes corporaciones y las startups quienes lideran estas iniciativas. Las primeras, porque disponen de los recursos para ponerse al nivel de las tendencias globales; las segundas, porque entienden la IA como una ventaja competitiva desde su origen. Sin embargo, aunque existen proyectos en marcha, todavía no resultan suficientes para consolidar una estrategia de transformación digital sostenida en el tiempo.
Respecto a IA, ¿cuál es el principal cambio cultural y estratégico que deben asumir los líderes de la organización?
Uno de los principales cambios consiste en reconocer a la IA como una capacidad esencial dentro de la organización. No se trata solo de diseñar soluciones que la incorporen desde su origen, sino también de comprender su rol como un aliado estratégico en las actividades cotidianas. El desafío para los líderes es identificar y priorizar qué tareas pueden delegarse a la IA, integrándose de manera efectiva en la operación y en la toma de decisiones.
Al mismo tiempo, los líderes tienen la responsabilidad de transmitir esta visión a sus colaboradores. Es clave que comuniquen de forma explícita que la IA representa una oportunidad para potenciar el trabajo humano y mejorar la productividad, y no una amenaza a sus roles. De esta manera, se genera confianza, se fomenta la adopción cultural y se impulsa un uso creativo y estratégico de la tecnología en toda la organización.
En definitiva, se trata de instalar la idea de que la IA es una herramienta fundamental: para pensar, crear, resolver y amplificar el impacto tanto individual como colectivo.
Al iniciar un proyecto de IA, ¿qué errores son los más frecuentes que comenten las empresas chilenas?
Uno de los errores más comunes es tratar la IA como un accesorio y no como una capacidad estratégica. Muchas organizaciones implementan proyectos sin analizar a fondo los casos de uso ni el valor que realmente pueden aportar. Esto produce una especie de trivialidad de la IA: se priorizan iniciativas donde resulta fácil incorporarla, en lugar de enfocarse en aquellas áreas donde puede generar un verdadero impacto.
Otro error frecuente es sobrevalorar las capacidades de la IA. A pesar de su nombre, la inteligencia artificial no es “inteligente” en un sentido humano. Particularmente en el caso de la IA generativa, es cierto que puede producir resultados sorprendentes, pero también tiene limitaciones importantes, como la tendencia a “alucinar” o entregar información inexacta. Reconocer tanto su potencial como sus límites es fundamental para diseñar soluciones innovadoras, sostenibles y realmente valiosas para la organización.
En la era de la IA, ¿cómo acompañar la reconversión laboral y evitar la resistencia interna?
La IA debe entenderse como un potenciador de la capacidad humana. Cuanto antes se integre en las actividades cotidianas, mayor será la ventaja competitiva de la organización y más sólida la seguridad laboral de las personas. El enfoque correcto es verla como un aporte que libera a los colaboradores de tareas donde generan poco valor, para que puedan concentrarse en aquellas actividades en las que el talento humano es insustituible.
Por supuesto, la IA —y en particular la IA generativa— es especialmente eficaz en ciertos ámbitos, lo que impactará a algunas profesiones en mayor medida que a otras. Precisamente por ello, cuanto antes aceptemos este cambio y nos preparemos para él, mayores serán las oportunidades de mantenernos vigentes, desarrollar nuevas habilidades y aprovechar la tecnología como un aliado estratégico.
¿Qué recomendaciones haría a aquellos ejecutivos que enfrentan la presión de integrar IA sin descuidar a sus equipos humanos?
Mi recomendación es que enfrenten la IA con entusiasmo y mentalidad de crecimiento, pero también con realismo. No se trata de imponer soluciones por moda, sino de comprender cómo funcionan realmente los modelos, qué problemas resuelven y cuáles son sus limitaciones.
La clave es integrarla como un habilitador estratégico del talento humano: usar la IA para liberar tiempo, optimizar procesos y abrir espacio a la creatividad y al pensamiento crítico de los equipos. De esa manera, la conversación se centra menos en la “amenaza tecnológica” y más en cómo la IA amplifica la capacidad de las personas para pensar mejor, crear más, resolver con mayor agilidad y crear resultados tangibles que perduren en el tiempo.